BIOGRAFIA DE DAVID OGILVY

         Breve historia | David Ogilvy - Glocal

¿Alguna vez has escuchado la  frase “Si no vende, no es creativo”? De seguro que si estás metido en el mundo de la publicidad sí. Esta frase le pertenece a uno de los iconos de la publicidad moderna David Ogilvy. Fue uno de los nombres más revolucionarios en publicidad y, para muchos, uno de los impulsores de la industria tal y como se conoce hoy. Enemigo de las reglas, de los tópicos y de aquellos que sostienen que una técnica publicitaria utilizada durante años resulta obsoleta. Fue un seguidor de la publicidad clásica y de figuras como Claude Hopkins -fundamentalmente, John Caples o Raymond Rubicam. Enfatizaba el copy basado en hechos reales y extensos, llegando a lo que Albert Lasker definió como “La publicidad es un vendedor impreso”. Así mismo, fue pionero en el uso del sistema de retribución basado en el impuesto, en oposición a las comisiones.

David Mackenzie Ogilvy nació el 23 de junio de 1911 en West Horsley, Surrey, Inglaterra, a 50 kilómetros al suroeste de Londres, aunque siempre se definió a sí mismo como escocés debido a sus orígenes. Su padre hablaba gaélico, era un erudito clásico y agente financiero; su madre era irlandesa.

Ogilvy era el cuarto de cinco hermanos y pertenecía a una familia económicamente venida a menos. Asistió a la Escuela de San Cipriano, Eastbourne, y ganó una beca en Fettes College, Edimburgo, donde completó su educación secundaria entre 1924 y 1929. Ese mismo año volvió a ganar una beca, para iniciar su etapa universitaria en Chris Church, Oxford. Sin las ayudas económicas, no podría haber asistido a la universidad, dado que el negocio de su padre se vio gravemente afectado por la depresión de mediados de los años veinte. Sin embargo, sus estudios universitarios no tuvieron éxito y los abandonó en 1931.

Después de la guerra, Ogilvy -junto a su esposa- compró una granja de tabaco en el condado de Lancaster, Pennsylvania. Allí trabajó labrando sus tierras entre la comunidad amish y disfrutó de un “ambiente de serenidad, abundancia y felicidad” hasta que, finalmente en 1948, admitiera sus limitaciones como agricultor. Vendieron la granja y se trasladaron hasta Nueva York. Más tarde, el propio Ogilvy calificaría aquellos años en la granja como “los más enriquecedores de su vida”, teniendo en cuenta la situación de bancarrota que vivía la familia.

Ogilvy mantuvo esta conversación con el novelista e historiador Louis Auchincloss en la barra del Knickerbocker Club de Nueva York: “Ogilvy: dígame, ¿existe en este país una sola norma o ley que diga que la publicidad tiene que ser aburrida?; Auchincloss: No. Sin embargo, es una de nuestras más ancestrales y dignas tradiciones (ser aburrido); Ogilvy: Entonces, ¿podría cambiarse?”.

A partir de entonces, el trabajo de David Ogilvy consistió en cambiar la forma de hacer publicidad en los Estados Unidos. La esencia de su filosofía publicitaria era hacer una publicidad probadamente eficaz, coloquial, que vendiera. La mayoría de las técnicas publicitarias que puso en marcha siguen vigentes hoy en día en la práctica. Puso en marcha el concepto de imagen de marca y, junto con Bill Bernbach, sentó las bases de la llamada “revolución creativa”. Se trataba de hacer hincapié en la importancia que las marcas tienen en sí mismas y convertir el propio producto en el verdadero protagonista de la publicidad. Como publicistas esta es una de las historias que deberías saber la palma de tu mano. Cultura ante todo.

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